La historia de un inicio… es lo primero que me «ha llegado» cuando he pensado en dar la bienvenida con un primer post en mi blog. MI blog… MI web personal y profesional (¿acaso hay tanta diferencia?)… que ve la luz hoy, 17 de Julio de 2020. Tras meses de duro trabajo para poner esta primera baldosa del que he decidido que sea mi camino sin retorno. Mi camino con corazón. Me siento enormemente orgullosa y feliz, porque supongo que sí: es AQUÍ donde quiero estar. A pesar de las horas de trabajo, de los miedos, del cansancio, de la incertidumbre… es aquí donde me siento plena, donde percibo verdad absoluta y equilibrio. Es aquí donde está Sandra.
No concibo la plenitud ni el crecimiento sin compartir con otros seres humanos aprendizajes, aciertos y desaciertos, otros puntos de vista, otros enfoques… soy una persona sumamente gregaria y social, en lo personal y en lo profesional. Por eso, me gusta ver que en este espacio no estoy sola: comenzando por el apoyo incondicional de mi familia y especialmente de mi pareja, que ha sumado su trabajo, conocimiento y esfuerzo a mi causa, siendo una pieza clave en la creación de este primer artefacto de mi proyecto: mi web. Apoyo que está en el background de esta primera baldosa como un cimiento sólido e indestructible, con máxima fé. Pero siguiendo por todas las personas que para mí forman parte de mi «comunidad» de aprendizaje y crecimiento continuo: desde mis coachees y mentees (¡si hay algo de lo que me he dado cuenta es de que son una de mis mayores fuentes de aprendizaje y autoconocimiento!), hasta compañeros y colegas de profesión con los que colaboro y co-creo habitualmente. Me siento enormemente afortunada de poder dar presencia aquí a toda esta comunidad, de que queráis acompañarme. De corazón: GRACIAS infinitas a todos…
Y sí: curiosamente mi determinación por «arrancar» y tomar este camino que quizás no sea el más fácil, pero seguro es el que quiero andar, viene en una época complicadísima a nivel mundial, una pandemia sin precedentes para nuestra generación con la consecuente crisis. Sin afán de redundar en la manida, aunque realista, afirmación de que «crisis» en otras culturas especialmente significa «oportunidad», es inevitable que en mi caso lo vea de esa forma: tras varios meses de confinamiento, presión laboral, distanciamiento social, soledad, miedo, tensión, incertidumbre, auto-reflexión y auto-observación… el fruto es este. No he tenido más remedio que buscar la «solución», mi bienestar, en mi interior. Dónde siempre estuvo…
Las variables del contexto actual no han cambiado mucho de unos meses para acá: nos hemos desconfinado y comenzamos a vivir bajo nuevas normas. Pero la incertidumbre sigue siendo máxima, el miedo y el distanciamiento se mantienen en mayor o menor medida y en distintos ámbitos… Por eso, si hay algo que me queda claro tras lo vivido y que se ha grabado a fuego en mi mente este periodo es que sólo desde nosotros podemos decidir cómo afrontar todo lo que está fuera, aquello sobre lo que por más que pretendamos, no tenemos control ninguno. Sólo desde nosotros podemos decidir qué aportar para generar un impacto que positivice el contexto, aunque no podamos modificarlo. Sólo dentro de nosotros está la respuesta de nuestro bienestar ante todo tipo de condiciones. De verdad…
Otro aprendizaje que me llevo clarísimo es que sólo es real el presente: pues el pasado no podemos cambiarlo, y el futuro, ahora más que nunca, es totalmente incierto. Al centrarme en mi presente durante este periodo… mi propósito ha querido emerger para hacerse un hueco aquí y ahora: no hay momento más idóneo para servir a mi causa, porque sólo eso me llevará a ser feliz… por más que a mi instinto más primario de supervivencia no le haga ni pizca de gracia no encontrar mi plenitud en un día a día seguro, pero sin sal. «Con lo a gustito y calentito que se está ahí, sin liarse más…», piensa él. «Ya… pues lo siento, pero esto es así», es lo que le puedo responder tras todo lo que he vivido durante los últimos meses. El momento para encontrar la forma de servir a mi causa es ahora. Y siempre será ahora.
Y finalmente, se ha desbocado en mi un enorme deseo de vivir esta situación, peor o mejor, desde mis propios valores, desde mis propias decisiones… desde mi propia libertad de elección y responsabilidad. Y es que, como bien me dice mi amiga Elvira, «tú no has nacido para que nadie te diga lo que tienes que hacer». Y esta verdad se planta delante de mi a diario cuando me levanto… y no hay forma de que me desprenda de ella.
Pues… ¿qué pierdo por intentarlo?
Bienvenidos a esta nueva aventura…
2 comentarios en «La historia de un inicio…»
Perder…? Nada!! Has ganado en felicidad!! Y no se trata de llegar a ningún sitio, es avanzar en el camino, así que ENHORABUENA!!!
GRACIAS Regina!! Efectivamente, como suelo decir yo: el fin es el propio camino… 🙂
Un abrazo!!